PENSAMIENTO DURO Y PENSAMIENTO BLANDO
Peter Brian Medawar hace una categorización de los tipos de pensamiento, a su consideración, el pensamiento blando y el pensamiento duro, los cuales, a continuación vamos a ejemplificar para una mejor comprensión. ¿Qué tan a menudo los niños pequeños preguntan a sus padres cómo es que nacen los bebés? Desde luego, que la curiosidad de los infantes por conocer la manera en que llegaron al mundo, es natural. Sin embargo, la problemática radicaría en la respuesta que muy usualmente otorgan los padres: “Los trae la cigüeña”. Vaya manera de evadir un tópico que generalmente es considerado inadecuado para tratar con niños pequeños, pero lo más grave de la situación, no es el hecho de que los adultos recurran a las mentiras para evitar una conversación incómoda, más bien, es el hecho de que inculquen ideas erróneas que, bien sabemos, no tienen absoluto sentido común. La explicación verdadera —científica—, con que se debería responder a dicho cuestionamiento, no sería otro más que la fecundación. Claro está que, ya conocemos la explicación de la manera en que un espermatozoide fecunda a un óvulo para procrear una nueva vida. Y, ¿Cómo es que lo sabemos? Simple, por la ciencia, y no hay más explicación que pueda sustituir la verdadera explicación.
Claramente, tenemos en primer lugar, un ejemplo de pensamiento blando, que intenta explicar cierto fenómeno con términos coloquiales, inclusive, términos fantasiosos e irracionales. El segundo ejemplo, que explica el pensamiento duro, hace énfasis en la utilización de términos y explicaciones científicas, es decir, que no tengan que recurrir a la ficción, que puedan ser verificables, comprobables y no haya mayor explicación que intente desafiarlo.
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